Plúmbeas
y azuladas
las
alas del ángel que entelan tus piernas.
Mis
manos se anhelan cuchillos
para
profanar el sedoso sudario
y
acarician el aroma de tus muslos.
Ser
pluma que ensalive
los
lunares de carmín esmaltados
incesantes,
fugaces y suspendidos en tu piel.
En
su beso resolver el puzle de la luz
caricia
y relámpago de la lengua.
Antes
de ser el pozo
antes
de vestir con alas tus omóplatos
seré
el sudor y la ceniza angelados de placer.
Bocanada
de aliento y la efervescencia del gemido
y
la carnaza se envenena feliz de tiempo.
Migaja
eres cosmos.
Espumoso
rocío y nido de escarcha cálida.
Tensión
e ilusión de desmayo lánguido.
Agitación
oceánica en cada milímetro.
Estrella
fugaz en el lugar del amanecer.
Crepita
dulce la somnolencia
en
el laberinto de la sangre hacia la calma.
Un
último espejismo en el misal de tus labios.
Brasa
lasciva, un tintineo extinto.
Entonces
el zarpazo de la distancia.
Eduard
Ariza
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