Ilustración de Beksinki (1929-2005)
Para A. U.
Cuando
yo muera
haced
que el aire sea mi arena.
Cuando
yo muera, embadúrnate en turquesa, como esta noche.
Y
deja suspirar mi cuerpo
con
mis cirios, las estrellas,
con
tus lágrimas florales,
el
ataúd más bello
que
las maderas celestiales.
Cuando
yo muera
dame
el olvido como sudario.
Deslizad
la tiza en mis mejillas
y
jugad una rayuela con todas las palabras que he callado.
Pero
mantén esa sonrisa.
Tus
labios serenos serán el notario
del
testamento de mis cenizas.
Sólo
tú sabrás que os he dejado.
Cuando
yo muera
el
silencio de mi sangre resuene.
Repique
su melodía en tus orejas
de
piercings enfloradas...
Te
escude y te proteja
del
dolor y la pena, con su eco de indiferencia.
porque
tu sonrisa esboza
la
fantasía de la eternidad. A todo da -consuelo o- sentido
hasta
a lo efímero en la mortalidad.
Así,
cuando
yo muera
sea
tu turquesa mi testamento.
Nunca
manche tu piel el luto
porque
el amor es una cadena
y
el "adiós" una adivinanza del abismo.
Porque,
luciérnaga, tú eclipsas hasta la luz.
Entonces
no te disfraces de noche.
Mantén
tu vuelo nimbada y crepuscular,
cuando
yo muera.
Eduard
Ariza