sábado, 23 de julio de 2016

Albertina está enferma


“…, pues aunque en otro tiempo una mujer estuviera en el mismo coche que yo, no estaba realmente junto a mí, mientras no la recreara en todo momento una necesidad como la que yo sentía de Albertina,…” Marcel Proust “La Prisionera” En busca del tiempo perdido.

Miscelánea de dolores tu cuerpo
gime en esta mañana.
Tus mejillas se ocultan en un velo
rosado y amarillo.
Se ennegrecen tus párpados de ojeras
mientras tu mirada cristaliza en vidrios
y tus manos más trémulas
que un castillo de cartas
piden soledad y lloran silencio.

No irás hoy a pasear con tus amigas
que deslizan su mano
sobre tus medias de perfume malva.
Los caballos que montas por las tardes…
Gilberta deseosa de tu saliva
sobre el carmín que enciende
la pasión de sus labios.
El columpio de tu jardín al viento…
La escarcha humana que mora calles
villas, campos y plazas
(con quien tú quieres mezclarte por siempre)…
Todos tendrán que esperarte por hoy.

Me afincaré sobre tu cama azul.
Suspirarán caricias
mis manos sobre tu frente blanca.
Nimbará tu cuerpo en sudores densos
la melancolía de la puerta abierta.
Pero estaré a tu lado.

Sí, mi ángel de mortalidad serena.
Tu enfermedad bendición de este invierno
descansa entre mis cuidados.
Mientras lívida te mueves
luchando contra las sábanas
lleno tus jarrones de mil claveles
y de las demás flores.
Si ellas robasen tu aire
y el peso de mi compañía
anclase tu salud
siempre permanecerías conmigo.
Siempre enferma e indefensa
sin que tu vitalidad me imponga celos…

Eduard Ariza

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