Estos versos se fingen muy complejos
pero no oculta nada.
Vagamente nos dicen
lo que escriben sus blandas palabras.
Sueño que nuestras miradas se cruzan
jugando al ajedrez.
Imagino tus ojos de caoba
arañar mis ideas
por la posición que ocupan mis fichas.
Pero todo esto nunca ha sucedido.
No te gusta jugar al ajedrez.
Al menos no conmigo.
Te da miedo perder.
Así decido inventar un recuerdo.
Mientras te imagino frente al tablero
deposito en mi mente
las emociones que hubiese sentido:
Miedo y felicidad
pero ante todo miedo.
El miedo más cruel
el más infantil.
El miedo a que te fueses.
A perderte hasta en mi recuerdo falso
por las prisas del tiempo
y su justa agonía.
El miedo a imaginar
en la negra soledad de mi cuarto
que revivo en mi triste fantasía
el doloroso recuerdo (real)
de pérdida
de ti
que ya no estás
y un tablero, y una tarde que no existen.
Pero te hubiese dejado ganar.
Cada día que oculto mi tristeza
pienso que venzo al mundo
y por eso agradezco la derrota.
Por eso te dejaría ganar.
Tú, luz trémula de la fantasía.
Tú, textura real.
Eres la perfección.
Al menos la alcanzable
Por mi mente angustiosa.
Esta mente incapaz
de soñar que recuerda
los pasos de un juego de ajedrez.
12/8/2012.
Eduard Ariza
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