Platja de Barcelona, 23 de febrer de 2012
Baldías las olas del mar que conté
en mi serena infancia
me miraron después…
Aquel verde celeste les da forma
y me ha visto pasear a su lado
con distancia de tiempo
y sinsabores de vida…
La puesta de sol casi en primavera
(aunque sea pleno invierno)
nunca me vio desnudo
ni yo escondí una colilla en la arena.
Tentaste muy veloz a mis pisadas
a palpar lo guijarros.
Y haciendo de tu cuerpo mi reclamo
me llevaste a las olas.
Emergimos del agua:
Distintos nuestros seres…
Dos titanes de vida tiritaban
mojados por la sal y sus cristales.
Luego
con las toallas sobre nosotros
no encontramos locura
en bañarse en invierno.
Y se encendieron rojas las farolas.
Y de camino al metro
sin palabras
pensé en ti
en tu imagen
extendiéndose sobre la arena gris
y al final sólo tú eras mi paisaje.
La brisa, el mar, el sol crepuscular
eras tú, sólo tú.
Hasta las gaviotas y hasta las nubes.
Y al fin Dios fuiste tú.
Tú fuiste tus ojos,
tu propio cuerpo
Tú encarnaste la vida en tu presencia
Y desde ti contemplé la belleza.
Eduard Ariza
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