sábado, 23 de julio de 2016

Una luna masculina para ti


Una luna masculina para ti
como la alemana o la japonesa.
                                                Una luna masculina
que deslice sus truenos de plata como besos de hombre
por tu piel.
                  En esas noches de de sudor de verano
cuando es un placer tumbarse en la playa
oír al mar rugir
                        desde el golpe de la ora en la arena
hasta el reventar de la burbuja de espuma más insignificante.

Cuando el disco circular agita las aguas
siente el rumor de tu marea interna.
Cada gota de tu agua bebida en tu cuerpo
habitante de tus células
                                   cada ínfima gota
se mueve en tu interior.

El dolor, la angustia, el estrés, la decepción…
La luna se pondrá por la mañana.
Sus sacudidas serán un recuerdo.
                                                   Sus caricias, una cicatriz.
Su olor de sal, su corona de marfil,
la alevosa sexualidad de su mirada al adentrarse en tu interior.
Todo se desvanecerá. Tu desnudez ultrajada
y tu carne de ceniza se abrasarán disueltas en tus lágrimas.

Noche tras noche, la plenitud blanquecina vulnerará tu voluntad.
Noche tras noche, extendida en el lecho del mar
durmiente en tu cuenta de las arenas
a la espera de terminar
para poder empezar a contar estrellas y luceros.

Entonces el latido de tu corazón serán mareas.
Tu cuerpo y el mar se fundirán en uno.
Y en el quebradizo verde de tus ojos
entre ambarino y esmeralda como un estanque
brotarán nenúfares sin raíz.

Entonces conocerá la luna viril que se ha alimentado de tu luz.
Sabrá que eres el sol de las leyendas germanas,
la Amaterasu del Japón.
Sabrá que sin ti se oscurece en la noche
que un triste nubarrón gris puede ocultar su disco.
Su presencia sin ti se reducirá a una sombra
podrida de impotencia
                                   ahogada en la negrura del cielo.

Entonces vendrá la sublimación de tu cuerpo en aire.
Tu alma cristalizará en el color de tu sangre.
Y te independizarás de la caricia.
Serás la luz
                  que no admite penumbras.
Entonces caminarás sobre las aguas.

7 de julio de 2013
Eduard Ariza

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