“La música de las esferas que sólo escuchan los dioses…” Platón La República
“Y la música, siempre renovada, […] / edifica el espacio inhabitable de su divina morada” Rilke Sonetos de Orfeo
Oscuro cual lado oculto de la Luna
el recinto aquí dentro
resuena entre los estruendos de música.
Percusiones extremas y celestes
ennegrecen tu voz
imperceptible ahora para mis oídos.
Poco importa porque voy a marcharme
te dejaré en soledad
y no sufras.
Apenas me conoces
y sabrás olvidar.
La música estimula nuestros cuerpos
y los mantiene despiertos de noche
agitando entre bailes
y sorbos de alcohol dulce
a sus extremidades
hasta formar los bostezos de carne
que pelean para ver la roja aurora.
Mientras yo me deslizo
me sé náufrago en este salvavidas
de hombres y mujeres
que me hará flotar hacia el infinito.
Siento la voz y el tacto
de un pecado inocente
que se encarama sobre nuestras mentes.
Nos libera de vergüenza
Y nos forja en ángeles del presente.
Porque entre espasmos de flash de plata
que separe los cuerpos
de inseguros juicios de la vista
y evoquen
ralentizando los gestos
el sabor de una breve eternidad
(ilusión de estos bailes),
así deben de ver los ojos del ángel
desde sus cielos repletos de nubes
trazadas por la máquina
(por la máquina de humo).
Así nosotros soñamos
con nuestra propia mente
o bien con dosis
de eternidades a precio de vida
de los polvos marmóreamente blancos
o la necrología negra del aguja…
Saltando por las cuerdas
de esferas celestes
las que geómetras
así se unen al Sol.
Pero toda esta armonía no es real.
Hemos de volver a casa, al colchón
dormir la resaca
y padecer los dolores efímeros
de nuestra angustiosa mortalidad.
Eduard Ariza
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