La memoria es a veces tan sincera
que desliza al olvido
las angustias de los sucesos tristes.
A veces eterniza
los efímeros rastros
de la felicidad en nuestra vida.
Entonces vuelvo a verte…
Vas vestida de fiesta.
Tu vestido negro sabe que atrae
Cuando se pliega en tu silueta.
La voz de tus ojos de niña mala
siempre supo esconderse
por la noche
Cada vez que recuerdo
como hablaban tus miradas marrones
siento el remordimiento
de no haber confesado
el dolor de tu perpetua ausencia.
La parte de mi silencio que echó
tu tiempo de mis horas…
la parte de tu tiempo que adquirí
como un premio fortuito
recuerdan la caricia de tu presencia
y mi peor pecado:
que es la dureza de tu cruel distancia.
27 de abril de 2013
Eduard Ariza
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