sábado, 23 de julio de 2016

La Ninfa


        “El ofrecido amor es un don que ya no espera.” Jorge Luis Borges Ulrica

Propinad una ducha
de agua fría como un corazón de piedra
que sólo lata hielo
a este adefesio de humanidad que pierde
su vida por cada instante que aún respira.

La deshumanizada bestia,
niño
preso en el cuerpo de hombre
susurra con sus lágrimas
los gemidos que suplican piedad.

Sus labios blanquecinos ya se atrapan
carmín contra esmalte
uno contra el otro sin capturar
los sonidos que forman las palabras.

Y su cuerpo se olvida
de los latidos de su corazón
Se anquilosan sus brazos
entorno a un torso cada vez más flaco
mientras encoge las piernas si puede
más que su mirada.

Muerde sus labios.
                                  Aprieta
sus puños.
                       Sangra
brotando diminutos hilos rojos
que parecen alambres.
Es el mono y su locura asfixiante.

Llega entonces la ninfa
con una cruz roja.
                                  Viste de blanco.
Frente a los gemidos suplicantes
que llaman a la muerte,
se desnuda hasta la piel rosada.
Calienta el agua del baño
y se sumerge dentro.

Y el calor ya suaviza
la carne y humedece los cabellos
en la inmersión del agua.
Bendita la impotencia
que hace de sus senos una cuna
y de sus ojos un móvil de estrellas
para él y su alama enferma.
El hombre ya no es hombre.
La mujer es un ángel.

Podría dejarlo solo.
Tan débil está que se ahogaría en seco.
Y podrían despedirla
por sus actos perversos.
Con todo se enraíza
                                  permanece tierna
y cuida del pecador inocente.

                                       Eduard Ariza

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