Los átomos rabiosos
eclosionan radioactivos con furia.
La irrisión de materia
Conforma en pedazos los sentimientos.
¿Quiénes sois oscuros?
¿Por qué tenéis alas de ángel y voces
como el grito de Dios?
¿Por qué empuñáis las armas?
De un gris canela y dulce
catábamos los pecadores las penas.
Y no dábamos alcance
a nuestra voluntad…
Íbamos pues perdidos
sin confiar en proclamas,
sin aspirar a que nuestros lamentos
se oyesen también mañana.
Llegaron ellos de negro maté.
Las armas divinas
llamaron al gemido de los hombres
con golpes como estigmas
hasta que salió sangre.
Para los pecadores
con el tiempo entre las manos rotas
el páramo de las lamentaciones
nos sana las heridas
para darnos olvidos.
Que nos den pintalabios
para pintar las heridas sanadas
y fingir su dolor en nuestros brazos
y escribir la historia
en memorias que salven de olvidos.
Eduard Ariza
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